miércoles, 7 de mayo de 2008

Crítica Revista Veintitrés

Delirante comedia sobre lo simultáneo

Eso de que la vida es más o menos previsible es pura ilusión. Si no, que lo digan esos dos changadores que toman mate en un galpón, esperando la hora de trabajar. Con "Testigos", Joaquín Bonet - autor y director - pone en marcha un espiral de delirantes hechos simultáneos, muy bien resueltos en la claridad de los planos. Probar la tésis de que toda acción que uno realiza influye en las de los otros desata un espiral de irrupciones inesperadas, cargadas con humor repentista del gag. Una celebración de la ficción cinematográfica aplicada al teatro y a lo cotidiano que no soslaya un lejano toque a la Mark Sennett. El efecto de "corte y va de nuevo" de toda filmación se integra al estilo de relato teatral para jugar a armar y desarmar la continuidad de su pequeña historia al paso de thriller a la porteña. La acción se detiene en imprevistos plot-points y abre una y otra vez infinitas variantes de solución. Hasta que Bonet nos premia la constancia de verlo y seguirlo con un tranquilizador final feliz, cuando ya actores, personajes y público consumidor estábamos al borde de un ataque de nervios. Impecable el infatigable elenco.

Luis Mazas

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