martes, 6 de mayo de 2008

Crítica de Silvia Urite (17/11/2007)

Un grupo de policías llega a un galpón para realizar un allanamiento. Los testigos del caso son el chico del cable, los empleados de maestranza del lugar y un abogado. Más tarde van a irrumpir en escena la amante del comisario, y la novia- vestida de blanco-del abogado.

Realizada con estricto realismo y diálogos ingeniosos, la obra va a llegar al clímax donde se abren tres posibilidades de final. El primero va a consistir en una tragedia, el segundo es un final “rosa”; y el tercero sería el final de la vida cotidiana, más cercano a nosotros.

Las actuaciones de los diversos personajes están muy bien compuestas: se destacan el abogado y el chico del cable, los dos con un alto protagonismo en algunas partes de la trama.

Vemos en toda esta serie de personajes masculinos un amplio espectro social: desde los peones del galpón, pasando por el policía chaqueño, el dueño del local, el chico del cable, los otros policías y el comisario hasta el abogado que vive en la calle Arroyo. Son formas y estereotipos pero bien llevados desde la actuación.

En el caso de las mujeres: la amante del comisario y la novia del abogado se nota cierto encorsetamiento; cuando están en escena parecen ser los modelos de la virgen y la puta; Marìa y la Magdalena. También si vamos al tema de género, las mujeres son tratadas como objetos por el discurso de los policías y los peones (cuando hablan de “la paraguayita, un carocito de 19 años”). Pero, tal vez sea una triste realidad, no sólo el machismo del autor.

El tema de los tres finales alternativos es bastante novedoso, tomado de la estética cinematográfica, sostenido por la iluminación. Tal vez lo que nos quiso decir Joaquín Bonet es que la realidad no es puramente sangrienta como nos muestran las series policiales norteamericanas como CSI, ni jovialmente “rosa” como pretenden algunas comedias románticas.

La verdad de la escena consiste en un hombre agobiado, pero que no tiene el valor de abandonar a su mujer, y termina llorando solo, en un galpón.

En este sentido la obra muestra ideales masculinos arraigados en la sociedad donde los hombres se preguntan por cuál es su espacio de género, ante el avance de las mujeres, que aquí aparecen pero podrían haber sido sustituidas por una voz o una proyección porque son construcciones desde el punto de vista del varón.

El elenco funciona como equipo y las escenas van cobrando el primer plano de acuerdo a la luz de los faroles del galpón. Están bien ensayados los diálogos superpuestos, por Ej. en el caso del comisario y su amante, que es sincrónico al del abogado y su novia. Además la introducción de los sonidos de los teléfonos celulares- central en el nudo de la obra- aportan contemporaneidad a la puesta.

Dentro del convivio, el público se rió y festejó las ironías del guión, el elenco saludó tres veces.

Silvia Urite http://silviauriteteatro.blogspot.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por colocar mi critica, muy amables.
Saludos cordiales
Silvia