martes, 6 de mayo de 2008

Crítica de CríticaTeatral.com (18/03/2008)

Los imprevistos, la celebre pregunta: “¿Por qué a mi?”, y la fantasía de poder acomodar los hechos a los gustos de cada uno, son desarrollados como temas en la obra Testigos, con dramaturgia y dirección de Joaquín Bonett.
El interesante planteo dramaturgico, que vira con soltura del costumbrismo al absurdo, coloca a los personajes ante avatares extraordinarios, en el que deberán tomar decisiones definitivas sobre sus vidas. Nada de lo que les sucede les será indiferente, sus accidentadas interrelaciones crearan lazos, y harán cambiar puntos de vista. Pero no conforme con eso Bonet propone un juego –que no revelaremos aquí- en el cual lo antedicho se dispara a las más diferentes combinaciones, deparando diversas vueltas de tuercas.
La trama es llevada adelante por un elenco que acepta el desafío de permitirse jugar, y encontrar el lado más grotesco de sus respectivos personajes. Cada uno de ellos lleva al extremo el enmascaramiento de sus verdaderas personalidades, para luego mostrarse tal cual son, provocando de esta manera un notable registro de actuación en la que exacerbación se da la mano con momentos introspectivos.
El espacio en que se desarrolla esta historia guarda una intima relación con los personajes: es un gran galpón que contiene cajas que no guardan nada. Lo que aparenta ser, no es. En una misma concordancia se alinea el vestuario (ambos diseños son de Pepe Uría), ya que aquí toma cabal sentido la palabra disfraz.
El diseño de iluminación de Sergio Cucchiara profundiza el extrañamiento.
Interesante trabajo acerca del devenir de la vida.

Gabriel Peralta

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